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jueves, 27 de diciembre de 2007

Sentido de la Propiedad

Hay cosas con las que no siempre estoy de acuerdo, por mucho que en ocasiones note que yo también me comporto " así ". Después de todo lo dice el refrán "Lo cortés NO quita lo valiente".

Algo así ocurría con mi padre, cuando le prestaban alguna herramienta.
Lo lógico, lo correcto, es al terminar de utilizarla, devolverla, verdad?

Ahora que pienso un poco en esa forma de "ver" el momento de devolver las cosas que le prestaban (gracias desde aquí a quien me ha "inspirado", a quien me ha hecho recordar, pensar un poco "el porqué" esa forma de ser).

Imagino que a su forma valoraba si quien le había prestado "lo que fuera", necesitaba con más o menos premura "lo prestado".
Imagino que también valoraba lo cerca que estaba esa persona, la propietaria, para en caso de que tuviera necesidad de utilizar lo que era de su propiedad, poder devolver "lo prestado" sin mucha dificultad.
Imagino que también influía el grado de confianza hacia la persona que le había prestado "el objeto".
Imagino que en base a esos parámetros, hacía una escala de prioridades.

En ocasiones, se afanaba en terminar de utilizar un sacho, una pala, a veces una manguera, con apenas tiempo de limpiarlo, de dejarlo como nuevo, para decirme, "Ve a devolverle a ' quien fuera ', y dale las gracias".
En ocasiones, la prioridad no era tanta, y podíamos devolverlo durante ese día, incluso al día siguiente.
En ocasiones, cuando el grado de ' cercanía ' era un poco mayor, " lo prestado " casi casi quedaba en depósito, hasta que dejaba de hacer falta, o que su propietari@ lo necesitaba.

En cada uno de estos casos, esa herramienta tenía un trato preferente, en el cuidado, en la limpieza, en NO prestarlo.

En mi caso, pensé poder decir que a mi no me pasaba, que yo devuelvo las cosas, pero para qué mentir, casi siempre es así. J*er, que también soy humano, y algún " defectillo " me puedo permitir tener, verdad? :-)

Con las cosas prestadas, bueno, hay de casi todo.
En lo referente a los motivos que escucho, para que las cosas que presto queden "sin devolver", creí que había escuchado motivos de todo tipo, casi casi al gusto del consumidor.
Pero la naturaleza es sabia y siempre nos puede sorprender.

En una de las ocasiones que he prestado un libro, con el pasar de las semanas, de los meses incluso, echaba en falta que me comentaran que les parecía, si lo seguían leyendo, J*er, si me lo pensaban devolver.

Como es el que tengo para 'prestar' (ya lo explicaré en otro momento) tampoco le daba mayor importancia.
En algún momento se que salió el libro en conversación, pero nada más.

Todavía me rio, cuando hace algunos días me dicen con la mayor naturalidad, hablando del libro:
"Como es tuyo, NO te lo he devuelto TODAVÍA"
Sí, yo también me quede analizando el comentario, para intentar encontrarle sentido.
Desde mi punto de vista, el motivo principal de devolver algo prestado, es precisamente que ese objeto es propiedad de otra persona.
Al parecer, ese mismo motivo, ser de mi propiedad, es el motivo para NO devolverme el libro. J*er :-)

Ya le pedí a est@ amig@, que desde que pueda le acompaño a su banco. Que pida en su nombre un préstamo de un millón de euros (total, puestos a pedir), y que me los dejé a mi. A ver que cara pone est@ amig@ cuando al pasar los años y pedirme que le devuelva el dinero, yo le responda así " Como es tuyo, NO te lo voy a devolver " :-)

domingo, 23 de diciembre de 2007

Casi sin Avisar

Casi sin avisar, como la mayoría de las cosas 'Lindas' que nos ofrece la vida.
Así eran las visitas, las que hacía, en las que nos veíamos envueltos, casi siempre 'sin avisar'.

Recuerdo tardes de estar en casa, oír llegar el coche.
Sí, tuve la suerte de vivir en la época en la que apenas había un coche o dos en la calle donde vivíamos, y que además, no creo que llegaran a pasar ni diez coches durante el día.

Así que cuando llegaba el coche de mi padre, sabíamos a ciencia cierta, sin lugar a dudas, que se trataba de él.
Recuerdo que llegaba a casa, y antes de que pasarán 30 minutos, ya nos estaba invitando a salir, "a dar una vuelta". Lo único seguro es que íbamos a pasarlo bien, que volvíamos antes de oscurecer. El resto, era una incógnita, sabíamos que salíamos, que volveríamos, pero no teníamos ni idea de donde íbamos, a quien ibamos a ver.

Los días festivos, en los que nos invitaba a salir, la principal diferencia era que al tener un poco más de tiempo, "la vuelta era más grande", podíamos visitar a más "gente", o llegar a sitios a los que por la distancia, en otras condiciones no podíamos ir.

Así eran muchas de las tardes, en la época en la que tuve la suerte de vivir.

Al crecer un poco, al empezar a estudiar, teníamos menos tiempo, teníamos mas cosas que hacer.
Pero las tardes seguían siendo muy parecidas.

LLegaba, estaba un ratito, y preguntaba quien quería salir. Ya dependía de nosotr@s, de las ganas que teníamos de estudiar, de si eramos capaces de buscar una buena excusa para el día siguiente, cuando al preguntarnos en clase, no fuéramos capaces de responder.

Ya podía ser visitar a algún familiar, algún conocid@, ir a ver algún sitio nuevo, o solo salir a dar una vuelta, a pasar un rato en el coche, riéndonos, en ocasiones de la gente, a veces de nosotr@s.

Lo más lindo, es que todavía "queda gente así"
No, no soy la única persona que llega casi sin avisar, ni la única persona, que con apenas tiempo de ponerte unos zapatos te invita así:
"Salimos a dar una vuelta?, a tomar café?"

Como ya nos vamos conociendo, se que dependiendo de la hora, de si es día laboral o festivo, va a ser un café, relativamente cerca, o para tomarnos ese café, podemos estar antes horas y horas (hasta ocho horas recuerdo yo), recorriendo caminos, cogiendo atajos, en ocasiones avanzando, en ocasiones retrocediendo.

En ocasiones es solo un café, en ocasiones son unos cuantos los que llegamos a probar. En ocasiones encontramos bares chiquitos, casi casi de pueblo, donde paramos a tomar ese café, a tomarnos una cerveza, a probar algunos de los platos de comida "bien hechos", como debe ser.

Comprenden ahora porqué en ocasiones "llego" casi sin avisar.
Comprenden ahora porqué en ocasiones invito casi sin tiempo "Para ná".
Comprenden ahora porqué cuando me invitan, casi siempre digo que Si.

Cuantos recuerdos me traen estas invitaciones, "Casi sin Avisar"

sábado, 22 de diciembre de 2007

Hasta donde Irias

La penúltima vez, fue en Junio de este año.
Me llaman para saludar, para recordarme que todavía no había estado en la nueva casa, que todavía no había pasado a tomar café.

Si se preguntan cual fue La Primera Vez, no lo sé, han pasado algo más de cuatro primaveras :-)

En esta ocasión, como la invitación a café me quedaba un poco lejos, no pude ir sobre la marcha, ni ese fin de semana, pero para el siguiente estaba en camino, después de casi 3 horas de viaje, después de 1 trayecto en avión, después de devolver la llamada, y decirle que por supuesto aceptaba ese café, y que además buscara un sitio tranquilo, acogedor, donde pudiera invitar yo.

En esto también nos parecemos, cositas como esta también me lo recuerdan.
Me contaba, que en ocasiones (pocas por las circunstancias), se iba con un grupo de amigos, desde donde vivía, hasta la capital, esto ya podía suponer un trayecto de como mínimo una hora y media o dos.

Coger uno de los barcos que en esa época unían las dos capitales de provincia, "Los Correillos" le llamaban, y aunque no lo sé con certeza, imagino que en el trayecto empleaba unas cuantas horas, puede que casi medio día.
Al llegar, bajarse del barco, dar una vuelta, apenas por las cercanías, tomarse un café, y estando atentos a la salida "del Correillo", volver a andar lo ya andado, regresar, eso sí, después de ir a la Isla Vecina a tomar café.

Aunque nunca me lo comento, es fácil imaginar la que armarían él y sus amigos, tanto en el trayecto de ida, como en el de vuelta. J*er, que envidia.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Como debe de ser

Recuerdo de chico, que debido al ritmo de vida que llevábamos, más tranquilo, más pausado, debido seguramente también al nivel económico que imperaba, muchas de las cosas que hoy en día encargamos a alguna empresa, en esos días había que hacerlos, bien de 'propia mano' o contando con la ayuda de familiares y vecin@s.

Ya fuera barrer la acera, el cachito de calle que le tocaba a cada vecina, ya fuera plantar papas, recoger las piñas de millo. Tanto si se trataba de echar un techo, de encalar las paredes, o de pintar la casa (por lo menos 'el frontis'), casi siempre una vez al año, coincidiendo con las fiestas del pueblo.
En esos días, lo habitual era ayudar, 'echar una mano', compartir el tiempo de que disponíamos, las ganas de hacer las cosas bien.

Llegado el caso, lo realmente importante era ayudar, sin importarnos el horario, ni lo que nos tocaba hacer, porque no estábamos por dinero, sino porque hacía falta, porque era 'moneda común' la frase "Hoy por TI, mañana por mí".

Fue en esas tardes de recoger las piñas del millo, esos Domingos tempranito, casi de amanecida, cortando 'la rama' de las papas, para desde que aclarara el día, empezar a cogerlas.

En esos Sábados por la tarde, subiendo las vigas para el techo, alcanzando las 'bovedillas' a quien tenía más práctica en colocarlas, esos Domingos por la mañana amasando mezcla, alcanzando baldes, regando las vigas y la madera, preparando bocadillos.

En esos días casi sin querer, aprendí que las cosas, ya que las vamos a hacer, mejor hacerlas BIEN, cuesta el mismo esfuerzo, el mismo empeño, y la diferencia se 'hace ver'.