lunes, 17 de diciembre de 2007

Como debe de ser

Recuerdo de chico, que debido al ritmo de vida que llevábamos, más tranquilo, más pausado, debido seguramente también al nivel económico que imperaba, muchas de las cosas que hoy en día encargamos a alguna empresa, en esos días había que hacerlos, bien de 'propia mano' o contando con la ayuda de familiares y vecin@s.

Ya fuera barrer la acera, el cachito de calle que le tocaba a cada vecina, ya fuera plantar papas, recoger las piñas de millo. Tanto si se trataba de echar un techo, de encalar las paredes, o de pintar la casa (por lo menos 'el frontis'), casi siempre una vez al año, coincidiendo con las fiestas del pueblo.
En esos días, lo habitual era ayudar, 'echar una mano', compartir el tiempo de que disponíamos, las ganas de hacer las cosas bien.

Llegado el caso, lo realmente importante era ayudar, sin importarnos el horario, ni lo que nos tocaba hacer, porque no estábamos por dinero, sino porque hacía falta, porque era 'moneda común' la frase "Hoy por TI, mañana por mí".

Fue en esas tardes de recoger las piñas del millo, esos Domingos tempranito, casi de amanecida, cortando 'la rama' de las papas, para desde que aclarara el día, empezar a cogerlas.

En esos Sábados por la tarde, subiendo las vigas para el techo, alcanzando las 'bovedillas' a quien tenía más práctica en colocarlas, esos Domingos por la mañana amasando mezcla, alcanzando baldes, regando las vigas y la madera, preparando bocadillos.

En esos días casi sin querer, aprendí que las cosas, ya que las vamos a hacer, mejor hacerlas BIEN, cuesta el mismo esfuerzo, el mismo empeño, y la diferencia se 'hace ver'.

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