lunes, 24 de diciembre de 2007

A quien Madruga

Seguro que conoces el refrán: "A quien madruga, Dios le ayuda" y seguro que sabes también de quien adquirí esa sana costumbre.

Ya fuera para ir a trabajar, ya fuera para acudir a ayudar, a echar una mano, para salir "P'al campo" a preparar un asadero, ya fuera solo por que tenía algo que hacer, madrugar es para mi padre tan natural como lo pueda ser para mi tomar café.

Hoy ha sido uno de esos días en los que me alegro de conservar ese hábito, el de madrugar. Bueno, tampoco ha sido madrugar, sino más bien levantarme temprano.
A eso de las 07.30 aproximadamente ya estaba en pié, de forma que después de lavarme la cara, despejarme un poco las ideas, tomar un desayuno ligerito, tal y como tenía previsto, alrededor de las 09.30 ya estaba en la carretera.

En la primera visita, después de una hora de trayecto, no podía faltar el café, algunas bromas, y aprovechando las fechas, un par de truchas caseras, "Ricas con Ganas", J*er, a ver cuando aprendo yo de una puñet*ra vez.
(Para nada es una indirecta, sino más bien "derechito al corazón", a ver quien me hace llegar recetas de truchas, de las de batata, de las de toda la vida)

Camino de la siguiente visita, alguna que otra parada, para saludar a la gente que me conoció de chico, y que todavía se acuerdan de mí.
Que cuanto tiempo, que a qué me dedico ahora, que a ver cuando paso a saludar, a tomar café.
Es lo que tiene visitar de "tarde en tarde" el sitio donde te vieron crecer. Vale, alguna perrería me vieron hacer también.

Otra visita más, de las de llegar, sentarte en la silla, en el banco de la cocina, en la escalera, o casi donde se pueda. Charlar durante media hora, poco mas o menos, y siguiendo la tradición de la "visita de médico", sin llegar a calentar el asiento, empezar la despedida, que ya vendré otro día.

Una ventaja (o no, "asegún" se mire) con respecto a cuando salíamos con mi padre, es que como estamos tod@s liad@s, con poco tiempo, entre visita y visita, en ocasiones me adelanto por teléfono, para si están fuera de casa, aprovechar el tiempo en otro lado.
Cuando salíamos con mi padre, como no teníamos esas "modernidades", llegábamos de todas formas. Si se encontraban en casa, a quien íbamos a visitar, Bien, si no, habíamos pasado un rato divertido, ya pasaríamos otro día.

Hoy, ya de vuelta para casa, viendo la hora que era, por donde me encontraba. el hambre que tenía, decidí probar suerte, y acerté.
Sigue "funcionando" un barcito de los de antes, de los de toda la vida, un bar de barrio.

Un bar, que después de 20 años, sigue funcionando casi igual. Abren a las 13.00 y como mucho, hasta las 13.30 puedes encontrar donde ponerte. A partir de esa hora, las 4 mesas que tiene, la barra, incluso en ocasiones el hueco de las dos puertas, están llenas.

Al llegar y ver que todavía había posibilidades de estar con comodidad, hice un par de llamadas, a quien imaginé le podía interesar pasar, y compartir la cervecita, algunos de los platos que se saborean, el calor humano que encuentras cuando alguien que no conoces de nada, al estar en este bar, te saluda como si hubieran estado jugando juntos de cri@s, tanto cuando llegan, como cuando se van.

Un bar, donde es frecuente que los camareros, de apurados que van, si estás en la barra, te dicen que si les puedes acercar una tapa, media ración, o las bebidas a tal o cual mesa, para no tener que salir, y por supuesto que lo haces, encantado además, porque es de esas cosas que te hacen sentir como en casa.

De las llamadas, una en concreto fue a quien de antemano sabía que era muy difícil que pudiera ir :-)
A quien ha estado conmigo en ese bar, le gusta la mayoría de las tapas, le gusta el lugar. Sabía que era muy probable que al decirle que yo estaba allí, que se pasara, sabía que se iba a quedar "con rasquera", sin poder ir.
J*er, para eso también estamos l@s amig@s, verdad? ;-)

Y todo esto gracias a Madrugar.



No hay comentarios: